La salud, nueva preocupación del consumidor

La salud, nueva preocupación del consumidor

Las empresas de alimentación están cambiando a gran velocidad en sus sistemas de producción, sus fórmulas de comunicación o su imagen de cara al consumidor. La intención general es generar unos productos mucho más saludables y sostenibles que favorezcan una alimentación más equilibrada y un mayor respeto por el medio ambiente.

Esto se puede conseguir desde muchos ámbitos en lo que al consumo general se refiere, sin embargo, en cuestión de alimentación, la clave está en un equilibrio perfecto entre la legislación y la preocupación de los usuarios de los productos.

la salud del consumidor

La verdadera razón

Se podría pensar que las marcas se preocupan por sus clientes y buscan ofrecerles los mejores productos para su salud. Es muy probable que existan marcas caracterizadas por este interés altruista, sin embargo, la realidad es que las grandes compañías buscan contentar al consumidor para lograr su fidelización y aumentar sus ventas al máximo.

Así, el cambio hacia la vertiente más saludable se debe principalmente a una legislación más estricta en muchos países y a una nueva conciencia de la salud que crece en los usuarios. Ambos conceptos se encuentran ligados de forma íntima ya que, en muchas ocasiones, una cosa se deriva de la otra.

La protección al consumidor desde el punto de vista institucional viene desde muchos ángulos, ya sea limitando la publicidad que generan las marcas, o regulando de forma específica las normas de etiquetado o los métodos de naming de los productos.

Con esta regulación cada vez más minuciosa se pretende poner fin a los engaños y los abusos propios de muchas marcas que utilizan multitud de equívocos para hacer creer al consumidor que su producto es lo que busca.

Veracidad y honestidad

Aunque sea bajo una legislación que obliga, poco a poco las marcas se van haciendo mucho más sinceras en la comunicación de sus productos. La publicidad ofrece una información mucho más real de las cualidades de un alimento y se reduce la intencionada confusión que da a entender beneficios inexistentes en diversos productos.

De este modo, para satisfacer el creciente interés de la población por conseguir una alimentación más saludable y mucho más equilibrada, las compañías productoras se ven obligadas a modificar sus recetas y sus métodos de fabricación reduciendo las emisiones, minimizando los ingredientes perjudiciales y mejorando la calidad de una forma efectiva.

No es suficiente

Lo cierto es que, en un mundo con una gran parte de la población preocupada por la naturaleza de su dieta, también nos encontramos con un mayor número de personas con problemas cardiovasculares, hipertensión u obesidad derivados de una alimentación rica en grasas y azúcares.

Esta dicotomía tiene una fuerte presencia en los países más desarrollados y únicamente a través de la intervención en los sistemas de educación alimentaria de los más pequeños, se puede acabar con un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo. La malnutrición se convierte entonces en una consecuencia directa de la comida basura que lastra a los países más ricos.